4 octubre, 2023
Cuando hablamos de habilidades gerenciales, nos referimos a una serie de capacidades autodirigidas para realizar actividades de liderazgo, las cuales permiten gestionar, coordinar y dirigir todos los recursos del área a nuestro cargo.
En 2024, se espera que la selección basada en habilidades sea una tendencia dominante de administración estratégica. Las empresas utilizarán pruebas y evaluaciones específicas para medir las habilidades técnicas y blandas de los candidatos, lo que les permitirá tomar decisiones de contratación más informadas.
Los puestos directivos y gerenciales enfrentan una realidad cambiante que exige desarrollar estrategias imprescindibles para el alto desempeño de su actividad. Dichas estrategias, se ven reflejadas en la capacidad para tomar decisiones y gestionar los equipos de trabajo, para lo cual, se requiere de una serie de habilidades como:
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Una de las tareas principales de un gerente es la de tomar decisiones en favor de la empresa, partiendo de los lineamientos éticos y profesionales trazados por la misma, identificar oportunidades de negocio, así como analizar los beneficios y riesgos potenciales que estas ofrecen.
La organización y planificación serán clave para acceder a un puesto gerencial, buscando de manera constante soluciones efectivas. Para esto, se requiere de un amplio conocimiento acerca de los recursos con los que cuenta la empresa, una idea general de las mejores estrategias para sacar todo el potencial de sus colaboradores y trazar objetivos de forma realista.
El pensamiento crítico es una de las habilidades directivas más solicitadas por las empresas, ya que gracias a él, se hace un uso adecuado de los recursos y se busca el bien de todas las partes que componen a un corporativo.
Entre las habilidades gerenciales, destaca la capacidad de liderazgo por medio de la cual, el gerente motivará a los colaboradores para plantear metas en común y trabajar en equipo para alcanzarlas, así como motivar e influir en los demás de tal manera que se sientan identificados con los objetivos que perseguimos y los consideren suyos.
Sin duda, la comunicación efectiva se encuentra en la lista de habilidades que no pueden faltar, pues es a partir de ella que se genera un entorno laboral idóneo, en el que predomina el respeto, la colaboración y la motivación, llevando a una buena gestión directiva.
Implica ser capaces de modificar nuestro comportamiento en relación con los objetivos. Quien se adapta a los cambios con facilidad demuestra que es versátil, flexible y de mente abierta para absorber nuevos aprendizajes.
Cuando decimos que la asertividad es el idioma del liderazgo, nos referimos al hecho de comunicarnos y expresarnos con un alto grado de eficiencia, de tal manera que los demás no solo escuchen lo que decimos, sino que comprendan nuestra postura y a la vez se sientan escuchados y comprendidos.
Es la capacidad de superar y sobreponerse a situaciones críticas. Implica afrontar cambios drásticos y adaptarse a circunstancias adversas. Un líder resiliente ve los problemas como retos que se deben superar, por lo tanto, los errores no son fracasos sino experiencias para la mejora continua.
A las empresas innovadoras les importa contratar líderes gerenciales que resuelvan problemas, pero, además, que sus resultados permitan no solo actuar durante el problema, sino antes y después.
La versatilidad intelectual implica estar al tanto de su entorno e involucrarse en diversas áreas de conocimiento con curiosidad e iniciativa, recurriendo a un pensamiento divergente y periférico.
En conclusión, la sostenibilidad de las empresas, así como su impacto hacia la sociedad, son prioridades del gerente de hoy. Las personas son quienes dan vida a las organizaciones, por lo que el desarrollo de estas habilidades ya no solo es clave para el desarrollo profesional de administradores y directivos.
Actualmente, la resiliencia de la empresa demanda que todos los colaboradores desarrollen fortalezas humanas, sociales y cognitivas que potencien la capacidad de la empresa de seguir creciendo y consolidándose. ¿Por dónde comenzar? ¡Hay que formarse!
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